Los últimos tiempos pasean al detective privado español, en prensa y opinión pública, por los peores empeños.
Hablábamos que ya llevan ese plus de maldad que en el detective suena mal lo mismo que hace el policía o periodista. Además, se añade ahora que el detective perdió su nombre a ojos de miles de personas. Ahora es espía.
Y esa condición se aplica en contexto peyorativo, se endilga injustamente y cómo no la indefensión del sepultado detective se hace patente.
La ‘leyenda negra’ del investigador privado la logró una minoría desalmada que usó sus credenciales y licencia para el dinero fácil, hacer trampas o creerse ese Gran Hermano que George Orwell describió.
El detective que intenta hacerlo bien desde que se levanta hasta que se acuesta es otra persona a las que nos presentan bajo intereses llamémosle poco recomendables. Es alguien que exclusivamente quiere ser útil a sus clientes, a quienes le sustentan, y a la sociedad donde presta sus servicios.
La información es poder, desmonta mentiras o medias verdades
Esa utilidad de la que hablamos se basa en que la información es poder y ayuda a concertar pactos que parecían imposibles. O desmonta mentiras, o relativiza verdades que parecían absolutas y están en realidad cargadas de parcialidades, las peores mentiras.Vamos a dar ejemplos de por qué son útiles los investigadores privados.
Incontables mujeres abandonadas por maridos o parejas se quedan con hijos y pagos en la casa. Las que trabajan no llegan a final de mes. Si el padre de los hijos dice que es insolvente, desecha pagar lo que debe por su ex pareja o hijos según acuerde el juzgado o simplemente desaparezca genera un problema para la corajuda madre que debe seguir sola.El detective privado al descubrir bienes, ingresos, herencias o negocios ocultos del ‘insolvente’ suele propiciar que en juzgados se acepten tales descubrimientos investigadores Es decir, la desolada madre acaba cobrando pensión para sus hijos y, en su caso, para ella misma. Este no es baladí. Son miles las mujeres que se quedan sin nada tras el divorcio.
También las hay que ‘hacen negocio’ de dicha ruptura. Pero son minoría.
En temas de relaciones fracturadas está la denominada ‘violencia de género’. El detective suele destapar falsas denuncias, que las hay, o proteger a mujer maltratadas de acosos de ex parejas. Esa ayuda se extiende a repartir el patrimonio de lo que queda y asegurarse un futuro económico para la víctima.Las pruebas para demostrar que un comercial, por ejemplo, lleva ventas de la competencia sin el lógico conocimiento de sus jefes son extremadamente útiles para plantear el despido o negociar lo que convenga a las partes. Estas pruebas acotan el fraude del que vive más de uno.
El absentismo de trabajadores es un problema hasta que cualquier detective acredite actividades incompatibles en período de baja del espabilado de turno. El Informe ayuda a que jamás se repitan bajas demasiado frecuentes o se libre una empresa de un vago redomado.
El fraude que sufren aseguradoras, bancos, financieras, hoteles suele contar con la valiosa ayuda de los detectives privados para resolverlo. Igual ocurre con plagios, usurpaciones, anónimos, sabotajes, localización de herederos y testigos, etc… Informes precisos describiendo las desechables prácticas ayudan a negociar acuerdos, formalizar demandas o saber datos que fortalecen posturas.
Penosamente la utilidad del detective parece algo individual. Cada uno cuenta su experiencia de cómo le ha ido. Nadie suele reconocer la valía de los investigadores privados pues se resta méritos propios o anejos al cargo. Los buenos lectores entenderán fácilmente la ironía.
Que el detective sea útil dependen de su talento, que hable claro con las fuentes y cliente. Los aficionados, con o sin licencia, entretienen al personal con palabrería de feriante. Su utilidad sólo es para el oído que soporte tan vanos discursos.
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