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lunes, 2 de diciembre de 2013

El detective privado se dedica a investigar

Los detectives privados españoles sufren hipocresías sociales y de personas desinformadas, tópicos sobre iconos de sus colegas de papel o celuloide.

Además, les adjudican un plus de maldad inmerecido que gravita en perversiones, maquiavelismo, prácticas repugnantes que no tienen otros profesionales mas arropados por el poder o el interés público. 

Investigación


Nos referimos, por ejemplo, a policías o periodistas. Nadie criminaliza a los últimos si ‘investigan’ tramas por lo roles sociales que conllevan. De hacer algún detective privado lo mismo se endilga algún corrupto como mecenas o se destaca lo peor de su currículum. Últimamente, se le llama espía.

El detective privado no puede investigar delitos

Lo cierto es que, además, los investigadores privados españoles no pueden oficialmente investigar delitos. Se lo prohíbe taxativamente una Ley de Seguridad Privada y lo persigue una autoridad que siempre miró al investigador privado de reojo y con las esposas abiertas por si el sabueso olfatea algo que no le compete.

Los delitos son investigados oficialmente según y cómo. Las cárceles están llenas de desgraciados que no pueden pagar abogados o se les pasan plazos para pagar fianzas. La libertad es pagar….. ‘Comerse el marrón’ es tener la cartera escasa.

Las investigaciones para esclarecer delitos las desarrollan profesionales desbordados por las tasas delictivas. Muchos crímenes se descubren cruzando datos de bases, no siguiendo pistas infinitas que cuestan al erario público más que las medallas que se reparten los servidores de la ley por laminar el delito.

Debe decirse alto y claro que las policías españolas (Guardia Civil, policía local o autonómica y Cuerpo Nacional de Policía) no han perseguido al detective corporativamente. Esa vigilancia es más de películas. Pero los mandos policiales y los políticos tienen mucho interés en controlar al detective privado por si maneja información comprometedora y que se aleja de circuitos ‘controlables’.

Desde que se promulgara la primera norma contra los detectives españoles en 1951 prohibir investigar delitos ha sido guión repetido en 1972, 1981 y 1992, cuando se fechan posteriores normas sobre los sabuesos patrios.

La realidad del detective privado es otra. 

Decíamos que oficialmente los detectives no averiguan nada sobre delitos. Pero les encargan localizar patrimonios ocultos unidos a estafas o falsedades. O les interesan documentar competencias desleales en las que aparecen maquinaciones, prevaricaciones, usurpaciones, hurtos de datos, allanamientos, etc….

Quienes deben investigar delitos por encima de policías, jueces y fiscales, no hacen ascos a los informes de los detectives. Esa es la investigación de delitos que podríamos llamar oficiosa. Nos preguntamos por qué existe esa paradoja: una autoridad convalida lo que oficialmente prohíbe otra.

También nos cuestionamos por qué nuestras autoridades persisten en el error de no dejar a los detectives investigar delitos bajo el imperio y control judicial y o consienten y contratan las víctimas o encausados.
En un país de surrealismos sucede que ciertos delitos de ‘cuello blanco’ jamás se profundizan por falta de medios, denuncias o suficientes energías oficiales. Los crímenes que no destilan violencia ni tienen sangre en sus guiones parecen menos reprochables popularmente.

Ahí, por poner un ejemplo, el detective tiene un papel dinamizador que se le niega oficialmente. Pero muchos jueces saben que entre los detectives privados hay expertos en temas financieros que desentrañan telarañas societarias, desvelan testaferros, y localizan patrimonios ‘perdidos’ dentro y fuera de nuestras fronteras.

El clamor de que los detectives privados puedan investigar delitos debe salir del armario gremial y extenderse al ciudadano que deberá contar no sólo con la versión ‘oficial’ con archivos, sobreseimientos, o ciertas líneas investigadoras que hacen recalar años y años una Justicia lenta y con escasos reflejos ante el dinamismo de los delincuentes del siglo XXI.

Este investigador privado quiere que las películas de países anglosajones donde los sabuesos investigan delitos sea una realidad gozosa aquí, en un país latino donde la verdad molesta, el delito ofende relativamente y la impunidad repatea. Basta ya!


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martes, 12 de noviembre de 2013

PLEASE antes de contratar un detective privado, cítese en la agencia

Contactar con un detective privado es fácil pero exija unos requisitos mínimos por su seguridad.


Contactar al detective es fácil. Contratarlo es otra cosa. Es más fácil, pero exige requisitos mínimos. 


El primero es asegurarse que el investigador está autorizado por la autoridad.

En España los detectives privados están regulados, desde 1992 y 1994,  por Ley y Reglamento de Seguridad Privada. El Ministerio del Interior les otorga la denominada TIP (Tarjeta de identidad Profesional) a los detectives españoles. En esa credencial oficial figura el número de licencia y la identidad del titular.

A los investigadores les contactan por Internet potenciales clientes mediante correo electrónico. Ese formato desinhibe de miedos, perjuicios. Muchos acuden al teléfono para los primeros contactos con el detective y asegurarse de la viabilidad del posible encargo. Sobre todo la llamada o correo suele pedir precio, forma de pago y efectividad del servicio interesado por el comunicante.

Otras veces el posible cliente quiere verle la cara al profesional de la investigación privada. En ocasiones pone hasta el lugar de la cita para garantizar la discreción de la cita.

Como autocrítica gremial escribiremos que el marketing telefónico o vía Internet del detective abusa de palabrería, garantías imposibles o temerarias de resolver conflictos, desvelar verdades o ganar pleitos. También conviene añadir que el cliente dice raramente la verdad para casos privados, familiares o laborales.

En casos más flagrantes intenta que el detective sea a priori arma malvada para fines inconfesables.

Es muy importante aclarar por escrito en que términos de contrata al detective de forma equilibrada dejando claro que estamos ante un pacto de arrendamiento de servicios en la que quien los requiere sólo alberga expectativas de medios,  no de resultados. Ese matiz evita malentendidos a las partes que convienen usar los servicios del detective.

El detective debe siempre de localizar su despacho. 

Lo conveniente y deseable es que la agencia sede del investigador privado sea testigo de la firma del contrato.

Se advierte que hay un fenómeno llamado del ‘detective virtual’ que mezcla el futuro de vanguardias con la más rancia picaresca hispana. En Internet proliferan agencias sin sede, con señas ficticias o inexistentes. Es más, hay ‘profesionales expertos’ con y sin licencia de detective que excusan no citarse en el despacho alegando interminables obras, citas con clientes imaginarios o huecos en agendas ocupadísimas de quienes pescan clientes en hoteles, cafeterías con el único contacto de un móvil de tarjeta o correo virtual que jamás responden al cliente cuando ha pagado al ‘detective virtual’.

El timador usa toda clase de argucias para defraudar al bienintencionado cliente que le pagó un adelanto en efectivo. Pagar con cheque o tarjeta de crédito es un riesgo para el detective que vive de engañar pues deja huella ante posible denuncia de las víctimas de un fraude que va a más.

Las normas exigen lugar físico donde el detective atenderá sus clientes, inspecciones oficiales y notificaciones para citas judiciales. La crisis hace que los ‘detectives virtuales’ sean competidores desleales de sus colegas al día con el fisco. Los primeros no pagan local, impuestos, luz, comunidad… apenas publicidad en varios soportes donde ‘pescan’ clientes que jamás repetirán.

Estos ‘detectives virtuales’ son los embajadores de este noble oficio ante sus víctimas. Su práctica es, además de cuestionable, agravante para los que llevamos la tarea de investigar privadamente con orgullo y vocación de ayuda a quien precisa del detective.

Recomendamos, pues, al lector que por favor cuando se cite con un detective debe asegurarse que tenga licencia y despacho donde atender a sus clientes. Después cada cual opera los casos como mejor sabe.


Sólo resta alertar al cliente del detective que no de con lo peor del gremio. No está obligado a investigar al profesional a priori, pero éstas líneas intentan poner verdades sobre sombras de uno ‘virtuales’ que mejor se dediquen a otros menesteres.      


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