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lunes, 16 de diciembre de 2013

TRUCOS DEL VETERANO

Los trucos del detective privado con experiencia

Cuando cualquiera sobrepasa décadas practicando un mismo oficio, no importa dónde, se dice que es veterano. 

Un escritor sevillano, Francisco Robles, acota que el concepto –local- de historia es lo que se repite dos tardes. Pero entre veteranías e historias surgen algunos ‘tips’ gratis que esperemos sean útiles para empresarios, particulares, abogados….

Sin más preámbulo, comencemos: Cuando alguien se presenta en un despacho, o coincide en cualquier lugar, con un relato ‘largo’ en el que pone énfasis parciales y no deja hablar al interlocutor, la verdad difícilmente asoma por el volcán de palabras que recibe el interlocutor.

La segunda versión es la más creíble

Si el receptor del mensaje quiere saber dónde está la verdad es mejor preguntarle descaradamente al final del relato a su contraparte: ¿Es verdad lo que me has contado?. Jugando con el factor sorpresa de la pregunta, si se repite resumidamente el relato de nuevo es donde más verdad hay. No en la primera versión. El resto se deja a gusto del receptor.

Las formas de comportarse del hombre y la mujer en las infidelidades

En cuanto a infidelidades hay paradojas. El hombre, cuando la practica, rejuvenece, se cuida más y despista –si es detallista- con regalos a la pareja que raramente recibió antes. Perseguido por citas antes infrecuentes, tardanzas desde el trabajo y viajes de difícil creencia este infiel de ser pillado lo acaba reconociendo, pide tiempo y una segunda oportunidad. Pillarlo no es difícil.

Las infidelidades en el hombre y la mujer


Las mujeres se comportan de otra forma. Jamás comparten con íntimos su otra relación, de hacerlo sería con personas seguras, mudas, ciegas y sordas del secreto. El rechazo sexual a su pareja o la frialdad es guión o justo lo contrario. Sentirse amada por dos personas al mismo tiempo multiplica el ego o acelera vanidades de final infeliz. Pillar en mentiras, ponerle cebos o advertir síntomas de infidelidad  no es difícil. Más lo es que una mujer admita a las claras que fue infiel a quien le quería y no se lo merecía. Lágrimas de cocodrilo, arrodillarse ante la verdad o prometer lo que no se va a cumplir no lo debe creer, si la mujer se enamoró de su infidelidad, ningún hombre sensato.

De otro lado, los adolescentes suelen esconder en su armario o cama los secretos que le conectan con la droga. No falla.

Hablando de empleados infieles o que abusan de la baja es fácil sospechar de tan impropias prácticas. Preguntar por ellos en competidores o a deshora en su casa suele ilustrar el paradero de estos listillos.
No es complejo pillar in fraganti fraude en siniestro falso que se intenta colar al seguro.

Las ‘llamadas cruzadas’ es una de las técnicas más utilizadas por los investigadores privados. Los partícipes del fraude suelen ser íntimos amigos, compadres o familiares. Preguntar a uno en casa del otro u otra concede fiabilidad a la sospecha. Los ‘testigos’ suelen estar en los mismos escenarios de complicidad.

Para descubrir paraderos que se ocultan es conveniente preguntar por el objetivo alegando que se le debe dinero y hasta se muestra algún fajo de billetes. Si se deja un teléfono y una tarjeta rápidamente aparece algún vecino solícito, si no apareció antes, intentado cobrar la deuda. Lo que no sabe el espabilado es que el investigador privado ya hizo su faena. Cumplió su misión. Si se usa el argumento contrario, es decir, se da a entender que se busca a un moroso todas las fuentes protegen. Hasta los enemigos.

Para cuantificar y documentar ingresos ocultos lo más llevadero es encargar algo extraordinario que finalmente se desecha. Por ejemplo, si se sospecha que alguien trabaja al margen de legalidades como fontanero se le plantea un encargo de varios pisos para que acceda al presupuesto por escrito o un pequeño encargo que acredita tan insolidaria actividad.

Estos trucos nunca fallan. El detective privado juega con la codicia ajena, o desvela al mentiroso que se cree más listo que sus semejantes.                  
 


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viernes, 15 de noviembre de 2013

CLIENTES EQUIVOCADOS, la cuestión del detective privado

Como dicta en sentido común el cliente es quien sustenta al detective privado.

Consejos al cliente de un detective privado
Quien va, por ejemplo, a una tienda o mercado a comprar un kilo de garbanzos tras entrar busca el estante donde encuentra las legumbres. Elige el producto, lo paga en caja y lo cocina como más le guste al comprador. En este caso el cliente adquiere algo tangible, convencional y que culmina las expectativas de quien precisa este alimento.

Si nos referimos al cliente, o lo pretende ser, del detective privado existen diferencias. Todos sabemos qué esperamos cuando acudimos a una consulta médica (recuperar la salud o asesorarnos ante una patología) pero al detective cuando le tenemos enfrente configuramos algo inconcreto o demasiado pulido para fines poco confesables.

Normalmente el cliente privado va a la agencia bajo alerta de algún problema o carente de argumentos informativos ante alguna adversidad, acoso o reclamo. 

El cliente de un investigador privado empresa es diferente.

La petición al detective es concreta y responde a prácticas más comunes: concretar absentismos laborales, localizar deudores, testigos o documentos, documentar fraudes al seguro, evidenciar competencia desleal o desenmascarar falsas crisis para no pagar o despedir.  

El abogado, asesor empresarial o procurador pide a las claras pruebas judiciales concretas para defender o desmontar tesis contrarias.

Pero el particular que acude a la agencia abarca un abanico de casos que difícilmente podríamos categorizar.


  • La clásica sospecha de infidelidad desata celos y paranoias. 
  • También tragedias familiares que sufren los más inocentes, por lo general menores y parientes. 
El detective si descubre al infiel en plenitud acaba siendo el malo de una película que tiene mal final. Estos casos, debe aclararse, ya son anecdóticos, pero llevan al detective privado incontables consultas, casos imposibles y factibles más desvelos que acaban por descubrirse lo obvio o lo que se sustenta exclusivamente en las calenturas mentales paranoicas.

Los clientes más difíciles para el detective privado son lo que a priori exigen resultados aunque son sutiles en disfrazarlo. Si no sucede lo que el cliente cree que pasa, o el detective desvela que no hay nada surge el conflicto con el postre del impago de la minuta o una despechada charla en la que el detective es malo o no dice la verdad sencillamente porque no se allana a las mentiras del cliente.

Pocos clientes dicen la verdad total que, por ejemplo, debe confesar un acusado ante su abogado. Suelen explicar, los clientes peores, generalidades sobre el caso, sus sospechas más parciales ocultando verdades que iluminan el caso que encarga.

Cuando el detective descubre y documenta su trabajo llega a comprometer lo que se advirtió en el momento  del encargo si el detective tiene buen ojo. Debe alertar a su cliente de los peligros y riesgos de cualquier investigación porque nada resulta tal y como se piensa inicialmente.

Los clientes se suelen equivocar, en los casos privados, más que el detective privado. La experiencia del sabueso aportar ese olfato que ha perdido de entrada el cliente, normalmente egoísta de resultados preconcebidos.
Más se equivocan los detectives que trabajan ‘a la carta’ o se adaptan a la pequeña parte de la verdad que sólo ve el cliente al confesarla.  Dice el refrán que cuando se le cierra la puerta a lo cierto acaba entrado por la ventana.

Un consejo para el cliente del detective privado


  • Debe ser conciso en su encargo. 
  • Apostar lo indispensable por sus sospechas o fines.
  • La verdad rellenará el caso con el esperado oficio del detective privado. 
  • Todo lo demás es perder tiempo y dinero.              



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martes, 12 de noviembre de 2013

PLEASE antes de contratar un detective privado, cítese en la agencia

Contactar con un detective privado es fácil pero exija unos requisitos mínimos por su seguridad.


Contactar al detective es fácil. Contratarlo es otra cosa. Es más fácil, pero exige requisitos mínimos. 


El primero es asegurarse que el investigador está autorizado por la autoridad.

En España los detectives privados están regulados, desde 1992 y 1994,  por Ley y Reglamento de Seguridad Privada. El Ministerio del Interior les otorga la denominada TIP (Tarjeta de identidad Profesional) a los detectives españoles. En esa credencial oficial figura el número de licencia y la identidad del titular.

A los investigadores les contactan por Internet potenciales clientes mediante correo electrónico. Ese formato desinhibe de miedos, perjuicios. Muchos acuden al teléfono para los primeros contactos con el detective y asegurarse de la viabilidad del posible encargo. Sobre todo la llamada o correo suele pedir precio, forma de pago y efectividad del servicio interesado por el comunicante.

Otras veces el posible cliente quiere verle la cara al profesional de la investigación privada. En ocasiones pone hasta el lugar de la cita para garantizar la discreción de la cita.

Como autocrítica gremial escribiremos que el marketing telefónico o vía Internet del detective abusa de palabrería, garantías imposibles o temerarias de resolver conflictos, desvelar verdades o ganar pleitos. También conviene añadir que el cliente dice raramente la verdad para casos privados, familiares o laborales.

En casos más flagrantes intenta que el detective sea a priori arma malvada para fines inconfesables.

Es muy importante aclarar por escrito en que términos de contrata al detective de forma equilibrada dejando claro que estamos ante un pacto de arrendamiento de servicios en la que quien los requiere sólo alberga expectativas de medios,  no de resultados. Ese matiz evita malentendidos a las partes que convienen usar los servicios del detective.

El detective debe siempre de localizar su despacho. 

Lo conveniente y deseable es que la agencia sede del investigador privado sea testigo de la firma del contrato.

Se advierte que hay un fenómeno llamado del ‘detective virtual’ que mezcla el futuro de vanguardias con la más rancia picaresca hispana. En Internet proliferan agencias sin sede, con señas ficticias o inexistentes. Es más, hay ‘profesionales expertos’ con y sin licencia de detective que excusan no citarse en el despacho alegando interminables obras, citas con clientes imaginarios o huecos en agendas ocupadísimas de quienes pescan clientes en hoteles, cafeterías con el único contacto de un móvil de tarjeta o correo virtual que jamás responden al cliente cuando ha pagado al ‘detective virtual’.

El timador usa toda clase de argucias para defraudar al bienintencionado cliente que le pagó un adelanto en efectivo. Pagar con cheque o tarjeta de crédito es un riesgo para el detective que vive de engañar pues deja huella ante posible denuncia de las víctimas de un fraude que va a más.

Las normas exigen lugar físico donde el detective atenderá sus clientes, inspecciones oficiales y notificaciones para citas judiciales. La crisis hace que los ‘detectives virtuales’ sean competidores desleales de sus colegas al día con el fisco. Los primeros no pagan local, impuestos, luz, comunidad… apenas publicidad en varios soportes donde ‘pescan’ clientes que jamás repetirán.

Estos ‘detectives virtuales’ son los embajadores de este noble oficio ante sus víctimas. Su práctica es, además de cuestionable, agravante para los que llevamos la tarea de investigar privadamente con orgullo y vocación de ayuda a quien precisa del detective.

Recomendamos, pues, al lector que por favor cuando se cite con un detective debe asegurarse que tenga licencia y despacho donde atender a sus clientes. Después cada cual opera los casos como mejor sabe.


Sólo resta alertar al cliente del detective que no de con lo peor del gremio. No está obligado a investigar al profesional a priori, pero éstas líneas intentan poner verdades sobre sombras de uno ‘virtuales’ que mejor se dediquen a otros menesteres.      


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