viernes, 10 de enero de 2014

Los detectives privados antes la investigación de plagios

Los detectives privados suelen ser contratados para desenmascarar a los piratas que roban, copian e imitan ideas, diseños, listados confidenciales…

Hay más de lo que se piensa a nivel popular.

La terrible, y vigente, frase de Unamuno ‘que inventen ellos’ clavando el poco ingenio hispánico debe centrarse, en el siglo XXI, sobre usurpadores de la creatividad industrial e intelectual. Nuestro globalizado mundo concentra las patentes en Japón, Europa, Estados Unidos y Canadá.

España importa tecnología, provinente de estos países, en casi un 92% según acreditan varios estudios. No se oculta el desmantelamiento de nuestra I+D e I+D+i., investigación científica y el éxodo de nuestros expertos hacia países que les garantizan fondos, sueldos y equipos válidos.

A pesar de todo lo escrito los españoles están cotizados en el gremio de inventores aunque, desgraciadamente, se desarrollen y comercialicen fuera de nuestras fronteras. Más debajo de patentes y marcas hay creadores de obras, ideas, historias, fórmulas o secretos empresariales que sufren una plaga con quienes le plagian. Son legión los usurpadores y poco se comprende el daño que hacen a nuestra economía, fisco, empleo, etc….

Los investigadores privados investigan a estos piratas 

Los logos, por ejemplo, que se asocian a marcas con fuerte inversión publicitaria, conocimiento en el mercado y vigencia popular son el destino de los usurpadores. Equipos deportivos y marcas de gran consumo son quienes sufren los zarpazos de este fraude que acometen insolventes finalmente impunes.

Comités antipiratería se organizaron por colectivos defensores de la propiedad intelectual en cds, programas y soportes informáticos, películas y libros que casi siempre usan a los detectives para acreditar el recorrido más causa-efecto de los plagiadores.

La cuestionada SGAE usó ‘métodos’ llamémosle heterodoxos y llegó a impulsar un tributo (cánon) cuyos beneficios y prácticas beneficiaron a anteriores directivas ahora investigada sen juzgados. El daño de aquellos codiciosos nubló el legítimo derecho a los autores hartos que les pirateen. El denominado ‘cánon digital’ fuera declarado fuera de ley al criminalizar al usuario ajeno a prácticas ilícitas. Valga un ejemplo: comprar un auto no entraña que lo use su conductor para causar accidente o cometer delitos, un riesgo meramente potencial.

El investigador privado localiza el origen del fraude


Los detectives privados, especialmente los expertos en materia de propiedad intelectual e industrial, localizan fácilmente los orígenes del fraude y lo documentan. El punto finalista es la primera referencia del buen investigador.

ADAS (www.adaspain.com) es una agencia de detectives curtida en documentar fraudes en estas prácticas.

Ha localizado fabricantes de bebidas cuyas etiquetas y marcas han sido alteradas por usurpadores dentro y fuera de España. Ha localizado en incontables mercadillos, naves de polígonos remotos, parcelas y fincas residenciales a violadores de marcas registradas. En universidad que desarrollaban teóricamente patentes ha destapado tramas de docentes, becarios y doctorandos que intentaban ‘puentear’ ventas al propietario de la invención.

Los plagiadores no ven negocio cuando les pillan. Pero se piensan hacerlo cuando se les incauta el material usurpado. Esa mercancía al paralizarse en sus canales de venta representa una adversidad para unas prácticas que causan más daño, repetimos, del que puedan imaginar los desconocedores de esta problemática.

Otra cuestión es lo que escribíamos sobre SGAE. Al fraude no se le puede combatir con más fraude. Ese es el guión del ‘agente provocador’ del que se valen a veces algunos investigadores poco ortodoxos y los prestos a exagerar éxitos policiales en ruedas de prensa con mesas repletas de plagios que se quedan en nada en juzgados.

La utilidad del detective privado que centran estas líneas debe mesurarse con las pruebas que obtenga el investigador privado.

La licencia no es patente de corso ni oficialidad a priori. 

En caso de litigio lo que vale es la decisión judicial. La realidad del buen detective visualiza pactos entre propietario de patente o marca y quien le piratea. Es más barato y ágil. También se marcan sendas en la que el olfato del detective prima la creatividad sobre el defraudador.

Los inventores tienen ganada la batalla. Sólo a priori.    
     
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