martes, 31 de diciembre de 2013

Buscar Bienes

Una de las mejores misiones de los detectives privados es satisfacer al cliente. Especialmente si se trata de rentabilizar lo que le paga al sabueso por su trabajo.

Cobrar lo que se adeuda es sólo posible, cuando el moroso obstaculiza, impide, esconde y retrasa deliberadamente el pago, por vía judicial o mediante pacto privado.

La morosidad es uno de los males contemporáneos que paraliza la economía. Afecta a la banca, empresas, divorciadas o madres sin ingresos, profesionales, comunidades de vecinos, trabajadores, proveedores, arrendadores, clientes…. Estos son algunos colectivos, por poner ejemplos, de tan demoledora situación.
No pagar a tiempo es un castillo de naipes lo que derrumba. Para paliar el problema es rentable invertir a priori en la solvencia del proveedor, cliente o socio.

Pero la utilidad del detective privado en tales menesteres es una historia que merece un aparte.

Buscar bienes es una de las tareas más apasionantes y enriquecedoras del buen investigador privado. Décadas atrás constituía una de las principales fuentes de ingresos. Normalmente, al detective se le contrataba para documentar bienes muebles e inmuebles sujetos a embargo. Hoy tales empeños son residuales porque sale gratis mediante la ejecución de sentencias judiciales.

La utilidad del detective ahora se ha redirigido hacia documentar la falsa insolvencia de los listos de turno, desvelar vínculos entre testaferros, personas interpuestas, hombres de paja o como se quieran llamar estos personajes que esconden bienes ajenos. Es delito vender antes de ser embargado cuando la deuda es firme o desviar bienes para no pagar obligaciones vencidas.

Los morosos del siglo XXI tienen varias modalidades. 

Los sobrevenidos es porque materialmente ni pueden pagar lo que deben. Se han quedado parados, se divorciaron y repartieron miserias y deudas, heredaron deudas en vez de bienes o la crisis les ha traído ruina.

Otros morosos lo son porque les gusta que les escriban, llamen, les persigan, demanden o les cuesta pagar lo que deben. Estos son clásicos en e argot. Les gusta dosificar sus bienes y activos a quienes les deben de todo.

Hay personajes más peligrosos y son los profesionales del impago. Intentan ser confundidos con los primeros, es decir, los que les vino mal la cosa. Estas son las historias que cuentan al menos.

Con tácticas dilatorias, las que de verdad retrasan demandas, excusas de toda clase alegando estancias hospitalarias, muerte de familiares, desgracias de variado tipo y origen viven en su cielo.

Cuando les acosa el acreedor cansado de palabrería, este moroso adopta el plan ‘b’. Cambia de domicilio, se muda hacia la deriva. Se esfuma entre familiares o parejas e íntimos solidarios.

La última fase del profesional moroso es aceptar ser pillado en su fechoría. Suele dar con su paradero y mentiras el detective más avezado. Pero el trato que propone es la quita de parte de la deuda o transformarse en insolvente. La paciencia del acreedor entonces se desmorona. Se entrega a la demanda judicial o la ejecutoria de sentencia.

El moroso, en suma, tiene plantilla millonaria en España. Lamentablemente mucha gente no puede pagar lo que debe. Los tipos de morosidad que describimos mayoritariamente son víctimas inocentes de la deuda más que actores de la mora.

Buscarle bienes al moroso es de los casos más divertidos para el detective detrás de profesionales en la materia. Los peores objetivos del sabueso son los morosos que viven al margen de la fiscalidad, ajenos a obligaciones tributarias y sociales y al día con efectivo que manejan en su bolsillo o debajo de la cama. A esos morosos no hay detective privado que les pille bien alguno. El mal lo llevan en su cotidiano. Por cierto, demasiado frecuente durante los últimos tiempos.

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

El detective privado ante el absentismo laboral

El investigador privado es cada vez más demandado para investigar bajas laborales

Según estudios sectoriales casi un millón de españoles no acuden a su trabajo cada día. Calculando que la población activa supera los diecisiete millones de personas estamos ante casi un 4% de trabajadores, autónomos y funcionarios que no trabajan por diversas razones. Si añadimos que el desempleo en la edad laboral llega hasta el 30% de la población activa, el absentismo es un problema a considerar.

Según estadísticas son los mayores de 55 años, mujeres y trabajadores no cualificados son los más aficionados a no trabajar disfrutando de algún empleo. Cuando se aproximan edades próximas a la jubilación el absentismo crece hasta el 10%.

La iniciativa privada conviene en numerosos estudios que a partir del 5% el absentismo relativiza la rentabilidad. Paradójicamente, existen en España incontables organismos sustentados por el erario público cuyas tasas de absentismo supera el 15%. Ese dato nos recuerda dónde vivimos. Conviene recordar palabras de Unamuno: ¡Qué país, que paisaje, qué paisanaje!.

Consultas al detective privado de los empresarios, jamás de la admnistración pública.

Descendiendo hasta una modesta agencia de detectives contemplamos el fenómeno del absentismo como causa de numerosas consultas de empresarios y autónomos con plantilla. Jamás visitan a los detectives privados mandos funcionariales que intenten laminar el escaqueo laboral.

El caso que conduce a muchos consultantes hasta los detectives está cortado por el mismo patrón. Les preocupan empleados de baja que extienden sus dolencias hasta la exageración.

Esas ‘incapacidades laborales’, como oficialmente se conoce la baja, son demoledoras para las plantillas. Las ausencias de empleados obligan a contratar sustitutos, duplicar gastos y trastornos en el resto de sus compañeros. La insolidaridad de la baja raramente es analizada desde el punto de vista social. Se confunde, y esconde, la caradura con el derecho a cobrar mientras no se puede trabajar.

Los absentistas profesionales son personajes que fingen dolencias o dramatizan ante médicos y especialistas patologías que difícilmente se corroboran con pruebas diagnósticas. Suelen alegar dolencias musculares, neurológicas, funcionales o cefaleas que no se respaldan de estudios complementaros. Los males mentales son el cajón de sastre para los más espabilados en faltar al trabajo y vivir de la baja.

El detective privado ante un absentista lo suele tener fácil. 

Lo visualiza trabajando en algún negocio familiar, ayudando a obras domésticas o laborando en casa. El que cobre o no por la actividad incompatible que no conduzca a recuperar la salud laboral es la aduana para que el Informe del detective se invoque para el despido disciplinario y, al cabo, procedente.

Hay casos que las bajas son para actividades privadas, moralmente censurable pero que rozan solamente la legalidad. Hay casos que la baja es para preparar exámenes de promoción interna, trabajos en casa, cuidar enfermos o viajes privados. Muchos clientes de detectives han pagado facturas por estos informes y resultan decepcionados con resultados del que no tiene culpa del investigador privado.

Quienes usan la baja para trabajar en la competencia o se apropian de secretos empresariales para usarlos indebidamente son los peores personajes que contempla el detective.

La crisis que sola el empleo está minimizando el absentismo, pero incrementa las bajas reales por cuestiones mentales. Ansiedad, stress, angustia, depresión, acoso laboral son nuevos nombres que aparecen unidos a la baja en pocos años.


El detective que investiga bajas de trabajadores o directivos sabe que sus objetivos juegan con fuego por lo que no es, a veces, fácil el empeño de documentar la deslealtad laboral e insolidaridad de quien se da de baja en beneficio personal. No porque se recupere de alguna enfermedad o  accidente.          



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lunes, 16 de diciembre de 2013

TRUCOS DEL VETERANO

Los trucos del detective privado con experiencia

Cuando cualquiera sobrepasa décadas practicando un mismo oficio, no importa dónde, se dice que es veterano. 

Un escritor sevillano, Francisco Robles, acota que el concepto –local- de historia es lo que se repite dos tardes. Pero entre veteranías e historias surgen algunos ‘tips’ gratis que esperemos sean útiles para empresarios, particulares, abogados….

Sin más preámbulo, comencemos: Cuando alguien se presenta en un despacho, o coincide en cualquier lugar, con un relato ‘largo’ en el que pone énfasis parciales y no deja hablar al interlocutor, la verdad difícilmente asoma por el volcán de palabras que recibe el interlocutor.

La segunda versión es la más creíble

Si el receptor del mensaje quiere saber dónde está la verdad es mejor preguntarle descaradamente al final del relato a su contraparte: ¿Es verdad lo que me has contado?. Jugando con el factor sorpresa de la pregunta, si se repite resumidamente el relato de nuevo es donde más verdad hay. No en la primera versión. El resto se deja a gusto del receptor.

Las formas de comportarse del hombre y la mujer en las infidelidades

En cuanto a infidelidades hay paradojas. El hombre, cuando la practica, rejuvenece, se cuida más y despista –si es detallista- con regalos a la pareja que raramente recibió antes. Perseguido por citas antes infrecuentes, tardanzas desde el trabajo y viajes de difícil creencia este infiel de ser pillado lo acaba reconociendo, pide tiempo y una segunda oportunidad. Pillarlo no es difícil.

Las infidelidades en el hombre y la mujer


Las mujeres se comportan de otra forma. Jamás comparten con íntimos su otra relación, de hacerlo sería con personas seguras, mudas, ciegas y sordas del secreto. El rechazo sexual a su pareja o la frialdad es guión o justo lo contrario. Sentirse amada por dos personas al mismo tiempo multiplica el ego o acelera vanidades de final infeliz. Pillar en mentiras, ponerle cebos o advertir síntomas de infidelidad  no es difícil. Más lo es que una mujer admita a las claras que fue infiel a quien le quería y no se lo merecía. Lágrimas de cocodrilo, arrodillarse ante la verdad o prometer lo que no se va a cumplir no lo debe creer, si la mujer se enamoró de su infidelidad, ningún hombre sensato.

De otro lado, los adolescentes suelen esconder en su armario o cama los secretos que le conectan con la droga. No falla.

Hablando de empleados infieles o que abusan de la baja es fácil sospechar de tan impropias prácticas. Preguntar por ellos en competidores o a deshora en su casa suele ilustrar el paradero de estos listillos.
No es complejo pillar in fraganti fraude en siniestro falso que se intenta colar al seguro.

Las ‘llamadas cruzadas’ es una de las técnicas más utilizadas por los investigadores privados. Los partícipes del fraude suelen ser íntimos amigos, compadres o familiares. Preguntar a uno en casa del otro u otra concede fiabilidad a la sospecha. Los ‘testigos’ suelen estar en los mismos escenarios de complicidad.

Para descubrir paraderos que se ocultan es conveniente preguntar por el objetivo alegando que se le debe dinero y hasta se muestra algún fajo de billetes. Si se deja un teléfono y una tarjeta rápidamente aparece algún vecino solícito, si no apareció antes, intentado cobrar la deuda. Lo que no sabe el espabilado es que el investigador privado ya hizo su faena. Cumplió su misión. Si se usa el argumento contrario, es decir, se da a entender que se busca a un moroso todas las fuentes protegen. Hasta los enemigos.

Para cuantificar y documentar ingresos ocultos lo más llevadero es encargar algo extraordinario que finalmente se desecha. Por ejemplo, si se sospecha que alguien trabaja al margen de legalidades como fontanero se le plantea un encargo de varios pisos para que acceda al presupuesto por escrito o un pequeño encargo que acredita tan insolidaria actividad.

Estos trucos nunca fallan. El detective privado juega con la codicia ajena, o desvela al mentiroso que se cree más listo que sus semejantes.                  
 


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jueves, 12 de diciembre de 2013

ÚTILES, POR QUÉ NO. La utilidad del detective privado en la sociedad.

Los últimos tiempos pasean al detective privado español, en prensa y opinión pública, por los peores empeños.

Hablábamos que ya llevan ese plus de maldad que en el detective suena mal lo mismo que hace el policía o periodista. Además, se añade ahora que el detective perdió su nombre a ojos de miles de personas. Ahora es espía.

Y esa condición se aplica en contexto peyorativo, se endilga injustamente y cómo no la indefensión del sepultado detective se hace patente.

La utilidad del detective privado en la sociedad


La ‘leyenda negra’ del investigador privado la logró una minoría desalmada que usó sus credenciales y licencia para el dinero fácil, hacer trampas o creerse ese Gran Hermano que George Orwell describió.

El detective que intenta hacerlo bien desde que se levanta hasta que se acuesta es otra persona a las que nos presentan bajo intereses llamémosle poco recomendables. Es alguien que exclusivamente quiere ser útil a sus clientes, a quienes le sustentan, y a la sociedad donde presta sus servicios.

La información es poder, desmonta mentiras o medias verdades

Esa utilidad de la que hablamos se basa en que la información es poder y ayuda a concertar pactos que parecían imposibles. O desmonta mentiras, o relativiza verdades que parecían absolutas y están en realidad cargadas de parcialidades, las peores mentiras.

Vamos a dar ejemplos de por qué son útiles los investigadores privados

Incontables mujeres abandonadas por maridos o parejas se quedan con hijos y pagos en la casa. Las que trabajan no llegan a final de mes. Si el padre de los hijos dice que es insolvente, desecha pagar lo que debe por su ex pareja o hijos según acuerde el juzgado o simplemente desaparezca genera un problema para la corajuda madre que debe seguir sola.

El detective privado al descubrir bienes, ingresos, herencias o negocios ocultos del ‘insolvente’ suele propiciar que en juzgados se acepten tales descubrimientos investigadores Es decir, la desolada madre acaba cobrando pensión para sus hijos y, en su caso, para ella misma. Este no es baladí. Son miles las mujeres que se quedan sin nada tras el divorcio.

También las hay que ‘hacen negocio’ de dicha ruptura. Pero son minoría.

En temas de relaciones fracturadas está la denominada ‘violencia de género’. El detective suele destapar falsas denuncias, que las hay, o proteger a mujer maltratadas de acosos de ex parejas. Esa ayuda se extiende a repartir el patrimonio de lo que queda y asegurarse un futuro económico para la víctima.

Las pruebas para demostrar que un comercial, por ejemplo, lleva ventas de la competencia sin el lógico conocimiento de sus jefes son extremadamente útiles para plantear el despido o negociar lo que convenga a las partes. Estas pruebas acotan el fraude del que vive más de uno.

El absentismo de trabajadores es un problema hasta que cualquier detective acredite actividades incompatibles en período de baja del espabilado de turno. El Informe ayuda a que jamás se repitan bajas demasiado frecuentes o se libre una empresa de un vago redomado.

El fraude que sufren aseguradoras, bancos, financieras, hoteles suele contar con la valiosa ayuda de los detectives privados para resolverlo. Igual ocurre con plagios, usurpaciones, anónimos, sabotajes, localización de herederos y testigos, etc… Informes precisos describiendo las desechables prácticas ayudan a negociar acuerdos, formalizar demandas o saber datos que fortalecen posturas.

Penosamente la utilidad del detective parece algo individual. Cada uno cuenta su experiencia de cómo le ha ido. Nadie suele reconocer la valía de los investigadores privados pues se resta méritos propios o anejos al cargo. Los buenos lectores entenderán fácilmente la ironía.

Que el detective sea útil dependen de su talento, que hable claro con las fuentes y cliente. Los aficionados, con o sin licencia, entretienen al personal con palabrería de feriante. Su utilidad sólo es para el oído que soporte tan vanos discursos.      

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martes, 10 de diciembre de 2013

MOBBING, BULLYING

El Código Penal incorporó el acoso en su nómina delictiva.

Los detectives privados reciben muchas consultas sobre el acoso tanto en ámbitos escolares como laborales.

El detective privado y las investigaciones ante el bullying y mobbing
Los españoles somos demasiado aficionados a aceptar como propios anglicismos. Ciertas personas los pronuncian o escriben para ilustrar lo que quieren significar. Otros individuos los usan para ser más ‘modernos’ (cool, si apelamos al anglicismo correspondiente).

Lo que denominamos acoso los hispanoparlantes quienes se expresan en el idioma de Shakespeare lo conceptúan como ‘bullying’. En ámbitos laborales, profesionales y docentes tan impropia acción se llama ‘mobbing’.

Este acoso es conductual y practicado por una varias personas sobre una o varias también. Las técnicas se repiten en sendas situaciones: descalificaciones, anónimos, intimidaciones, amenazas, bulos, infamias… Los modos son físicos, psíquicos, virtuales por una o varias personas.

Recientemente el Código Penal español incorporó lo conocido popularmente como  ‘acoso’ en su nómina delictiva. Ya era hora. Incontables víctimas quedaban huérfanas de amparo penal. Más lamentable fue que los delincuentes salían airosos de unas hazañas que causaban devastadores efectos en personas, familias y patrimonios.

Hasta las agencias de detectives privados llegan infinidad de consultas por acosos en ámbitos escolares, entre estudiantes de secundaria y bachillerato principalmente. También, en contextos vecinales, laborales y familiares.

Ejemplos reales de esta prácticas investigadas por detectives privados

Lo mejor para conocer tan graves problemas que consultan al detective es ilustrar algunas consultas que generaron la contratación del investigador privado.

Una técnico de laboratorio oficial descubrió más patologías que las estadísticamente aceptables en muestras biológicas. Su obligación de denuncia la consumó con un informe a su inmediato superior.

Como aquella verdad era ‘políticamente incorrecta’, pues afectaba a una población con determinados hábitos sexuales, la técnico empezó a sufrir lo que conocemos como ninguneo en su trabajo. Estaba patrocinado desde la cúpula de su trabajo. El ‘mobbing’ se ejecutaba por fieles de los jefes inicialmente invisibles, anónimos. Se dedicaban a cambiar las claves del ordenador de la víctima, desordenar su mesa de trabajo, ocupar su plaza de garaje. Las lógicas quejas caían en saco roto.

Contratado el detective privado, que se hizo pasar por familiar de la técnico, descubrió detalles que ponen los pelos de punta. Una vez comprobó cómo un gorrión muerto yacía al fondo del buzón de la víctima del ‘mobbing’. Este mensaje tiene dos significados: sabemos dónde vives y a tu vida le quedan pocos días. Lo usa la mafia napolitana para intimidar.

Llamadas a deshora en el móvil y fijo de la víctima por personas que cuelgan o amenazan hicieron cambiar de número a la víctima. El detective pensó que todo conducía a que esta persona acabara en el diván de algún psiquiatra con paranoia. El paso siguiente era la baja médica y descalificar su trabajo previo que transparentaba una verdad incómoda para el poder.

Solución positiva tras el informe del detective privado

El informe del detective fue balsámico para que todo cesara y hasta firmaran varios superiores de la víctima una carta de disculpa aceptando sus impropias prácticas. Aquel documento posibilitó un cambio de destino de la técnico y no pleitear por el evidente ‘mobbing’ sufrido.

Esta historia acabo tan bien como la de un adolescente que recibía burlas, agresiones y mensajes en su móvil de la peor especie. El detective fue útil para identificar a los causantes del ‘bullying’ contratados por los padres del menor. El investigador privado contactó con los padres de los tres menores que protagonizaban tan repugnante acción y les hizo ver que contaba con pruebas para actuar legalmente.

En realidad era un farol. Pero coló gracias al miedo de unos padres que desconocían la ‘otra vida’ de sus hijos y a qué dedicaban parte del tiempo escolar sus vástagos.

Tres cartas de disculpa sirvieron para zanjar un ‘bullying’ que comenzaba a causar estragos en un menor que cambió de colegio. Cómo no. Documentar al detective le sirvió al detective para complacer a sus clientes. De otro lado, era una eficaz prueba para acreditar que ‘algo había pasado’ por si el futuro negaba una realidad que existió.

Como vemos, el acoso, con o sin anglicismos, es algo presente en nuestras vidas. Las víctimas raramente reconocen que lo sufren pues parte de la operativa es negarse autoestima, personalidad y hundirse en la miseria psíquica.

Hemos indicado cómo y por que el detective es ayuda eficaz para resolver estos problemas.                      



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miércoles, 4 de diciembre de 2013

La realidad y ficción de un detective privado

El investigador privado, del estereotipo del cine o la literatura y la realidad

Como no negaremos jamás la palabra o el concepto popular de ‘detective’ tiene innegables connotaciones con el cine y literatura. 

Imagen del Detective privado en el cine o la literatura
La imagen estereotipada del detective privado
en el cine o en la televisión
Para los ojos españoles el detective-personaje lleva gabardina, usa gafas negras, fuma cual poseso, es solitario y husmea sin ayuda de nadie casos imposibles.

En otras versiones más mundanas del icono los casos le reportan hacia escenarios exóticos, le persiguen costumbres de ‘bon vivant’, se comporta cual cosmopolita, viste de marca, conduce alta gama  y suele tener éxito entre bellas y sensuales mujeres.

En estas historias todo termina bien. Al detective privado le acompaña también alguna secretaria-confidente-cómplice, algún colaborador expeditivo y se codea en las élites de una sociedad donde las cloacas y sentinas parecen relativas. Al cabo, ese detective supervisa tales bajezas con desdén. Él está en otras cosas.

El sabueso, el solitario y el triunfador, son estereotipos asequibles para el lector o espectador.

Ese detective privado que todos tenemos en mente nos transporta a un mundo ajeno a nuestra realidad española, ahora azotada por peor crisis de las imaginables.

Esas ficciones nos confunden.

El vocablo ‘detective’ lo importamos del molde anglosajón. Ahí, en la realidad el detective es un empleo iniciático en los cuerpos policiales locales con y sin uniforme. En cuerpos estatales y federales anglosajones bajo detective se esconde un investigador privado carente de uniforme, universitario y con olfato más allá de los medios que le proporcionan sus jefes. Unos y otros investigan delitos.

Los que gastan porra y gorra recorren en patrulleros los delitos más vecinales y lo hacen por sí solos. Los investigadores que sólo se identifican con una placa o una poderosa pistola van en pareja y se confían detalles útiles para el caso o para desvelar pistas del crimen que investigan.

Esa realidad y ficción que nos viene de fuera aquí es diferente. Como ‘detective’ no hay nada oficial, si exceptuamos inspecciones policiales que padecen estos profesionales de la investigación privada. Los policías husmean esos archivos confidenciales mientras en las películas los ‘privados’ parece que olfatean delitos de exclusiva investigación policial.

No encontramos detectives privados, pues, en nuestras policías reales. Aquí son inspectores, oficiales, ejecutivos, o el abanico de eufemismos que dotan nuestras autoridades a quienes son mando y no tropa.

El Detective privado real

El detective español real, el de carne y hueso -sin embargo- tiene prohibido desde la noche de los tiempos investigar delitos. Corremos velos sobre los colegas literarios y fílmicos porque aquí los detectives terrenales no tienen yates, ni se acompañan rubias de infarto. Ya quisiéramos. Muy otro es que algunos mediocres con licencia para ocultar traumas fomenten el mito con ‘alta gama’ para presumir de su nihilismo.  

Esa dualidad, ese mito y realidad, causa interés y morbo para una mayoría sobre los detectives. Pero se acusan notables diferencias entre lo que percibimos en nuestro universo perceptivo del cine y literatura de género y rutinas para el detective español.

El buen investigador privado es un tipo que pasa desapercibido ante terceros. 

No alardea de lo que no debe y se empata con el escenario operativo de sus casos. La charlatanería es lugar común para dotar de una carente ‘oficialidad’ al detective que deshonra su licencia. Nadie cree que contratar un investigador privado sea patente de corso para ganar pleitos. Otra cosa que el profesional sea bueno y se pueda negociar lo que parecía imposible antes de contratar al detective idóneo.

Realidad y ficción confunden al ciudadano sobre el detective. Ese maridaje debería ser armónico y estanco donde cada contexto sea una ficción o una realidad.

Cierto es que sobre los detectives que lo hacen mal con sus clientes recae el sambenito colectivo. Por eso divulgar verdades ajustadas a la realidad es lo propio. Después que cada cual que se quede con lo mejor de cada cosa o extraiga sus propias conclusiones. Como repetía en sus escritos el inolvidable José Ortega y Gasset ‘allá cada uno con su cadaunada…’ .


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lunes, 2 de diciembre de 2013

El detective privado se dedica a investigar

Los detectives privados españoles sufren hipocresías sociales y de personas desinformadas, tópicos sobre iconos de sus colegas de papel o celuloide.

Además, les adjudican un plus de maldad inmerecido que gravita en perversiones, maquiavelismo, prácticas repugnantes que no tienen otros profesionales mas arropados por el poder o el interés público. 

Investigación


Nos referimos, por ejemplo, a policías o periodistas. Nadie criminaliza a los últimos si ‘investigan’ tramas por lo roles sociales que conllevan. De hacer algún detective privado lo mismo se endilga algún corrupto como mecenas o se destaca lo peor de su currículum. Últimamente, se le llama espía.

El detective privado no puede investigar delitos

Lo cierto es que, además, los investigadores privados españoles no pueden oficialmente investigar delitos. Se lo prohíbe taxativamente una Ley de Seguridad Privada y lo persigue una autoridad que siempre miró al investigador privado de reojo y con las esposas abiertas por si el sabueso olfatea algo que no le compete.

Los delitos son investigados oficialmente según y cómo. Las cárceles están llenas de desgraciados que no pueden pagar abogados o se les pasan plazos para pagar fianzas. La libertad es pagar….. ‘Comerse el marrón’ es tener la cartera escasa.

Las investigaciones para esclarecer delitos las desarrollan profesionales desbordados por las tasas delictivas. Muchos crímenes se descubren cruzando datos de bases, no siguiendo pistas infinitas que cuestan al erario público más que las medallas que se reparten los servidores de la ley por laminar el delito.

Debe decirse alto y claro que las policías españolas (Guardia Civil, policía local o autonómica y Cuerpo Nacional de Policía) no han perseguido al detective corporativamente. Esa vigilancia es más de películas. Pero los mandos policiales y los políticos tienen mucho interés en controlar al detective privado por si maneja información comprometedora y que se aleja de circuitos ‘controlables’.

Desde que se promulgara la primera norma contra los detectives españoles en 1951 prohibir investigar delitos ha sido guión repetido en 1972, 1981 y 1992, cuando se fechan posteriores normas sobre los sabuesos patrios.

La realidad del detective privado es otra. 

Decíamos que oficialmente los detectives no averiguan nada sobre delitos. Pero les encargan localizar patrimonios ocultos unidos a estafas o falsedades. O les interesan documentar competencias desleales en las que aparecen maquinaciones, prevaricaciones, usurpaciones, hurtos de datos, allanamientos, etc….

Quienes deben investigar delitos por encima de policías, jueces y fiscales, no hacen ascos a los informes de los detectives. Esa es la investigación de delitos que podríamos llamar oficiosa. Nos preguntamos por qué existe esa paradoja: una autoridad convalida lo que oficialmente prohíbe otra.

También nos cuestionamos por qué nuestras autoridades persisten en el error de no dejar a los detectives investigar delitos bajo el imperio y control judicial y o consienten y contratan las víctimas o encausados.
En un país de surrealismos sucede que ciertos delitos de ‘cuello blanco’ jamás se profundizan por falta de medios, denuncias o suficientes energías oficiales. Los crímenes que no destilan violencia ni tienen sangre en sus guiones parecen menos reprochables popularmente.

Ahí, por poner un ejemplo, el detective tiene un papel dinamizador que se le niega oficialmente. Pero muchos jueces saben que entre los detectives privados hay expertos en temas financieros que desentrañan telarañas societarias, desvelan testaferros, y localizan patrimonios ‘perdidos’ dentro y fuera de nuestras fronteras.

El clamor de que los detectives privados puedan investigar delitos debe salir del armario gremial y extenderse al ciudadano que deberá contar no sólo con la versión ‘oficial’ con archivos, sobreseimientos, o ciertas líneas investigadoras que hacen recalar años y años una Justicia lenta y con escasos reflejos ante el dinamismo de los delincuentes del siglo XXI.

Este investigador privado quiere que las películas de países anglosajones donde los sabuesos investigan delitos sea una realidad gozosa aquí, en un país latino donde la verdad molesta, el delito ofende relativamente y la impunidad repatea. Basta ya!


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