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sábado, 4 de enero de 2014

CONSULTAS GRATIS. AYUDA VALIOSA

Los detectives privados españoles reciben, por lo general, llamadas de personas, empresas y abogados que están en un aprieto.

Otras veces no saben cómo resolver un problema para el que no encuentran alternativas razonables.

Los temas privados y familiares son los que más generan correos, charlas telefónicas o entrevistas personales en la agencia. Las empresas se comportan de forma más pragmática y van al grano en cuanto al tema que pretenden resolver o les afecta.

En cuanto a los abogados ven al detective privado como un instrumento de la estrategia que protege a su cliente.

Unos y otros acuden al investigador privado porque les persigue alguna incógnita que urge despejar. Hace décadas encontrábamos detectives que vivían de las consultas. Cobraban a precio de platino por su tiempo y por exhibir su cara al interlocutor de turno. Jugando con su fama o credibilidad y ayudado por la palabrería que siempre acompaña a la fechoría inocentona.

Se creían, aquellos detectives rancios, consultores de grandes enigmas. Al cabo ni siquiera osaban resolver nada. No pasaban de repetir fórmulas manidas o presumir de contactos de élite aquí y allá.

Esos detectives, además de cobrar por las consultas en la agencia o sobre facturados desplazamientos, tenían una segunda modalidad de cobro en la provisión de fondos tentativa. Se pedía una cifra modesta por comprobar tal o cual cosa. Pasados unos días el ya cliente comprobaba que había pagado por una consulta estéril y dinero por nada.

El firmante, allá a primeros de los ochenta, recibió toda clase de improperios e insultos de sus colegas por ofertar las consultas gratis.


La vocación de servicio de detective no puede ser asociada al cobro a priori por la petición de un mero presupuesto.

Las entendederas de la ‘vieja escuela’ se suavizó hasta la paradoja que ahora son mayoría quienes ofertan sin cargo el contacto y consulta con el investigador privado. En esa mayoría se esconden quienes mas chillaban ante la increíble ‘competencia desleal’ de la que fue acusado el firmante por colegas que ahora esgrimen como argumento publicitario no cobrar por verle la cara u oir a posible cliente.

Quien acude al detective es porque precisa ayuda. No va al investigador privado porque esté aburrido o pretenda hacer perder el cotizado tiempo del profesional.

La consulta, las más de las veces, se queda en nada. Suele generar alivio el consejo del detective respetable o quien se muestre al posible cliente ecuánime.


Muchas mujeres, maltratadas, abandonadas por falsos insolventes que fueron sus parejas o maridos, llaman a la puerta o teléfono de detective privado por la supervivencia de sus hijos o su seguridad personal. A estas personas no se le pueden contar historias. Quieren soluciones tangibles. No charlatanes.

Empresarios que tienen problemas recaban del detective presupuestos y estrategias ante empleados absentistas o infieles, competidores desleales, clientes morosos o proveedores incumplidores. Los abogados suelen consultar de qué forma le puede ayudar el detective. Cuando hay confianza es el profesional de derecho quien plantea la solución para someterla a criterio de viabilidad.

La ayuda del detective privado comienza con el primer contacto. 

Es el timbre de una puerta que se abrirá de par en par a quien quiera dejarse ayudar. Esa ‘consulta gratis’ de la que escribimos es la embajada del oficio a quien lleva tópicos y lugares comunes del investigador privado. Hay una minoría de posibles clientes que no dice toda la verdad al detective en su primer contacto. Endosa a terceros, familiares o vecinos la necesidad de ayuda cuando el tema les alcanza en primera persona. Esa falsa verdad hace que todo comience mal. Si queremos de alguien la verdad debe principiarse por ella misma. Y al detective que honra su licencia no le cuesta nada está cerca de esa verdad, y ayuda sincera, que debe dar a quien le llama o visita.

Todo lo demás es, repetimos, palabrería.                            

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