Falsos investigadores privados compiten con detectives privados y desprestigian la profesión
La crisis financiera, recortes presupuestarios, déficit público, carencia crediticia y otros factores hacen que muchos pugnen por el mismo mercado. Empresas, profesionales y autoridades sufren con impotencia la deriva que asola la bajada de la oferta en precios y sueldos mientras suben artículos básicos, suministros, impuestos…Las conductas en el mercado libre se permiten hasta que se detentan posiciones de dominio o se actúa como monopolio. Es difícil determinar hasta dónde llega una cosa u otra. Las grandes empresas compiten a la postre pactando bajo la mesa acuerdos inconfesables. El pastel se trocea ante pequeños medianos y empleados atónitos.
Más debajo de cualquier sector productivo están PYMES, autónomos y profesionales que sufren intrusismo, competidores que no pagan impuestos, alquileres o propiedades o no cotizan por empleados. Esa guerra es más cruda por cercana.
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Los detectives privados sufren, desde la noche de los tiempos, la competencia desleal en sus propias carnes.
Quienes tienen agencia instalada pierden clientes a favor de colegas que lo que deberían gastar en alquileres o compra de local lo gastan en publicidad.Esos ‘detectives virtuales’ son fantasmas que ululan por Internet y sus únicas armas son el móvil y un correo electrónico.
Únicamente cobran el adelanto y se esfuman haciendo daño al resto de colegas que están al día con el fisco y tienen despacho donde garantizar la seguridad jurídica a su clientela, autoridades y proveedores.
Más allá de la lupa detectivesca encontramos con empresas que despiden o tramitan bajas voluntarias de empleados que usan datos reservados que conocieron mientras trabajaban en beneficio propio. Bajan precios a los mismos clientes que atendieron meses atrás mientras cobran subsidios por desempleo, subvenciones que fomentan lo contrario o créditos que avalan con la actividad ilegítima que les consolida al lado del dinero fácil.
El detective privado resulta especialmente funcional cuando alguien, persona física o jurídica, sufre competencia desleal.
A nivel laboral en sectores como construcción, automoción, servicios, marketing, asesorías hay mucho ‘listo’ o ‘lista’ que aprovecha la atalaya de su nómina, despacho o cargo para transferirlo a competidores, familiares o montar negocio en paralelo que perjudica su propio trabajo. Ser descubierto por el detective privado trae consecuencia: despido y posible demanda que repare los perjuicios causados.‘Empresarios’ que mal pagan a sus trabajadores, difícilmente liquidan impuestos ofertan a la baja precios inasumibles o de pérdida para el resto de competidores. Entonces el detective si acredita tal práctica crea un problema legal de difícil defensa a los espabilados de turno. Los que hacen de esas trampas negocios suelen caracterizarse por la eventual impunidad con que se mueven. La fidelidad entre sus colaboradores se relativiza con que después aplican la misma medicina que aprendieron.
Los competidores desleales acaban luchando con antiguos empleados que hacen lo mismo. Aprendieron en una guarida que acaba como cantera. Los casos más habituales para el detective en casos de esta especie se dan entre quienes se conocen bien. Haber formado, aprendido y atesorado secretos y lo que os anglosajones llaman el know-how es un orgullo y un peligro cuando nuevos horizontes avizoran futuros no lejos de lo que venían haciendo algunos profesionales y ejecutivos empresariales.
Nunca debe estar lejos el detective privado de estos personajes. Es una inversión que horra miles de euros y muchos dolores de cabeza a empresarios con sentido común.
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